Antes de ser ciudad, fuimos humedad. Allá arriba, donde los frailejones —los abuelos del agua— guardan secretos, nace la vida que corre por nuestros ríos, respira en los valles y alimenta a Bogotá y los municipios de la región metropolitana. El agua no conoce fronteras: une, enseña y nos pide cuidado. 🙌 Cada gota que llega a nosotros es un regalo del páramo… y nuestro deber es devolverla limpia, con gratitud y responsabilidad.
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